13/9/10

Cleptomania


Al contrario de lo que se cree popularmente, un cleptómano no roba indiscriminadamente todo aquello que se encuentra, ni disfruta haciéndolo. La persona con cleptomanía siente inesperadamente el impulso de robar algo, que frecuentemente no tiene apenas valor monetario, ni le es de utilidad.

Ese impulso llega de forma inesperada, sin planearlo previamente, y resulta irrefrenable para el enfermo. Eso provoca una ansiedad grande, que se torna en una sensación de satisfacción o relax una vez cometido el hurto.

Pero el cleptómano es consciente en todo momento de que robar es un delito, y de que lo que está haciendo no está bien, por lo que la euforia del momento desaparece rápidamente dando lugar a sentimientos de culpa, ansiedad y estados depresivos. Esto crea un ambiente muy tenso en torno al enfermo, que suele acabar repercutiendo muy negativamente en su vida social y familiar.

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